Dominando el mundo de las bestias con el sistema de embarazos múltiples (Novela) - Capítulo 49

Capítulo 49 ¡Tener hijos, hermana lo dice en serio!

“Yo justo tengo dieciocho este año, ¿no sé si podré ir?” Su Yan estaba muy interesada en la Academia de Bestias Sagradas.

¡Seguro que allí no faltaban machos con gran talento!

Song Sui la miró: con esa figura delgada, como si aún no hubiera crecido del todo, preguntó con cierta duda: “¿Tienes dieciocho?”

Su Yan asintió: “Claro.”

¡Ya había tenido tres camadas de hijos!

Bai Kaixin: “Pero en la Academia de Bestias Sagradas casi todos son machos, no hay hembras estudiantes.”

“¿Por qué?” preguntó Su Yan.

Bai Kaixin la miró y no habló. Si decía la verdad, la ofendería; si decía mentira, sería engaño.

Song Sui, sin tantas reservas, sonrió: “Incluso si una hembra tiene talento, es muy bajo. No puede pasar la prueba de ingreso.”

Su Yan, en cambio, tuvo aún más ganas de ir.

“Entonces, si yo quiero ir con muchas ganas, ¿hay alguna manera de entrar a la Academia de Bestias Sagradas?”

Song Sui miró a Bai Kaixin y luego a Su Yan: “Sí hay una manera.”

Su Yan asintió: “Dilo.”

Song Sui dijo: “Este muchacho tiene un talento de viento de rango amarillo, no alto, no bajo. Si en el examen de ingreso se desempeña normalmente, tiene ocho o nueve de diez posibilidades de entrar. Mientras lo admitan, si paga una donación al instituto, puede llevar a un sirviente dentro. Si vas como sirviente…”

“¡Así será entonces!” Su Yan golpeó la mesa y decidió.

Ambos se asustaron con su gesto.

…

Bai Kaixin sentía que estaba soñando: de haber secuestrado a una hembra en la calle, de repente su destino había cambiado.

Ya pensaba que su vida estaba acabada, que tarde o temprano los matones del casino lo matarían.

Ahora, sentado en el carruaje, medio aturdido, no podía creerlo. Cada tanto se pellizcaba la cara para recordarse que no era un sueño.

Su Yan, recostada contra la puerta del carruaje, echó un vistazo a Bai Kaixin, todavía atontado, y le dio una palmada en el hombro: “¡Oye! Aunque en apariencia soy tu sirviente…”

“Lo entiendo, lo entiendo.” Bai Kaixin levantó la mano y juró: “Jamás te daré órdenes, tú eres mi ama. De ahora en adelante, mi vida es tuya.”

“Eh… no hace falta tanto, de cara a los demás sí hay que fingir un poco, para no levantar sospechas.”

“Bien, todo lo que diga la hermana Su.”

Su Yan se sentó con las piernas cruzadas y miró hacia el bosque a lo lejos: “¿Qué lugar es ese?”

“El Bosque de Bestias Tianyuan, el segundo más grande del Continente de las Bestias. Está junto al tercero en rango, el Bosque de Senyu.”

“Bosque de Bestias Senyu…” Su Yan recordó a su primer hijo, la Pantera Negra de Ojos Dorados.

“Por cierto, ¿sabes de la Pantera Negra de Ojos Dorados?”

“La Pantera Negra de Ojos Dorados… es nobleza de la capital imperial.”

“¿Oh?” Su Yan se conmovió un poco. “¿Qué tan nobles?”

“Son uno de los diez clanes de bestias más poderosos del Este. Se dice que el jefe de la Pantera Negra de Ojos Dorados tiene un talento de rango celestial, ya cultivado hasta la cima.”

“Ese talento es impresionante.” Con cualificación para ser el padre de su hijo, pero ya tenía un cachorro de Pantera Negra de Ojos Dorados, así que mejor no provocaba a ese clan.

Bai Kaixin llevaba un tiempo con una duda y al fin no pudo aguantar: “Hermana Su, ¿por qué quieres ir a la Academia de Bestias Sagradas?”

Su Yan respondió: “Para conocer a los hijos del cielo de este Continente de las Bestias, y de paso enganchar a uno.”

Su objetivo era directo: buscar machos de gran talento para tener hijos.

Bai Kaixin quedó boquiabierto.

Tardó un buen rato en recuperar la voz: “Tú… ¿cómo puedes pensar eso?”

“¿Cómo que no? Yo también tengo buenas condiciones,” respondió Su Yan, y luego lo miró: “Tú también ayúdame a investigar, busca algunos machos con buen talento, y mejor si son bien parecidos.”

“…” Bai Kaixin estaba totalmente atónito: ¡esta hermana parecía hablar en serio!

…

Tras tres días de viaje en carruaje, llegaron a la capital imperial.

Desde que Su Yan le dijo su propósito, Bai Kaixin no paró de advertirle que no debía provocar a esos jóvenes machos de gran talento. De lo contrario, ni sabría cómo habría muerto.

El talento, en la mayoría de los casos, provenía de la herencia. Las mutaciones eran rarísimas, casi inexistentes en las estadísticas. Los machos de gran talento estaban casi todos en los grandes clanes, como el de la Pantera Negra de Ojos Dorados que ella había mencionado.

Los jóvenes machos que podían entrar en la Academia de Bestias Sagradas eran básicamente herederos directos de las grandes familias. Sus futuras hembras debían ser de familias de igual rango, con gran talento y fertilidad sobresaliente.

Alguien como Su Yan, sin linaje, de la tribu ratón, no estaba en absoluto en los planes de esas familias.

Atreverse a provocarlos solo le traería un mal final.

“¡Hermana Su, escucha mi consejo! De verdad, abandona esa idea,” le suplicaba Bai Kaixin.

“¿Qué comidas típicas tiene la capital? Preséntame algunas,” Su Yan lo ignoró por completo.

Al oír hablar de comida, Bai Kaixin movió los labios, pero tragó sus palabras de advertencia.

“Hay un bollo famoso, se llama ‘El Único de la Capital’, hermana Su debería probarlo.”

“Vamos, vamos por bollos.”

Tras preguntar un poco, fueron en carruaje a la tienda de bollos.

Por mala suerte, cuando llegaron, ya se habían agotado.

Su Yan estaba algo decepcionada.

Bai Kaixin iba a decir algo, cuando alguien le extendió una bolsa de papel: “¿Quieres comer?”

Su Yan miró la bolsa de papel, sobre todo la mano que la sostenía: blanca como el jade, larga y hermosa.

Sin querer, su mirada siguió hacia arriba…

Era un joven alto, vestido con túnica blanca bordada en hilos dorados, de largos cabellos azul claro que caían como cascada, ojos azul hielo, fríos y claros, rasgos finos como tallados.

“Tú…” Su Yan parpadeó, con sus largas pestañas rizadas y encantadoras, “¿qué talento tienes?”

Era la primera vez que Rong Wu se encontraba con una hembra que preguntaba el talento de forma tan directa. Sus bellos labios se curvaron un poco, y con voz clara y agradable dijo: “¿Quieres los bollos?”

“Si tienes buen talento, puedo darte a luz bollos,” Su Yan lo escudriñó de arriba abajo. Estaba algo delgado, pero intuía que bajo la ropa debía tener muy buen cuerpo.

La cara de Bai Kaixin cambió drásticamente, jaló a Su Yan de inmediato, aunque no olvidó recoger la bolsa de bollos de la mano de Rong Wu: “Gracias, joven maestro Rong.”

Solo cuando llegaron a un rincón más apartado, Bai Kaixin bajó la voz y la reprendió: “¡Estás loca!”

Su Yan replicó: “No, estoy muy cuerda. Mi intuición me dice que ese debe ser un muy buen macho.”

Bai Kaixin respiró hondo: “Se llama Rong Wu, su talento es agua de rango tierra.”

“Muy bien, muy bien. ¿Lo conoces?” preguntó Su Yan.

Bai Kaixin respondió: “¿Cómo iba a conocer yo al heredero de la familia Rong? Solo que sus ojos y cabello azules son demasiado famosos.”

“Y también es guapo, de esos que no se olvidan,” dijo Su Yan, rememorando su apariencia. Sí que dejaba impresión.

“Ni lo pienses.” Bai Kaixin la advirtió, luego sacó un bollo de la bolsa: “¿Quieres comer?”

Su Yan tomó el bollo, y con el corazón acelerado preguntó: “¿Él está estudiando en la Academia de Bestias Sagradas?”