El matrimonio problemático del Duque vendado - Capítulo 14
Capítulo 14 – La luz de hace diez años
(No era así como pensaba hablarle para detenerlo…)
Lo que a Sierra se le ocurrió decir, para que Alfred no la ignorara, fue la palabra clave: “Hace diez años”.
Para él, fue el momento en que ocurrió la «Tragedia de la familia Besqueler», y para Sierra, fue la primera vez que conoció a Alfred.
—Lord Alfred, está usted malinterpretándome. No sabe nada y sin embargo… decide por su cuenta cuál es mi felicidad.
Asegurándose de que Alfred no se fuera, Sierra declaró con firmeza.
—No es que yo venga de un mundo feliz. Por supuesto, tampoco pienso que ser ciega me haga infeliz. La gente siempre intenta juzgar las cosas solo desde una perspectiva. Felicidad o infelicidad… eso son solo valores ajenos. Para la persona en cuestión… son juicios extremadamente molestos… Aun así, las personas actúan deseando la felicidad de aquellos que les importan.
La única razón por la que Sierra actuaba… era esa.
Quería hacer feliz a Alfred.
Incluso si eso era solo autosatisfacción… incluso si era un capricho… porque ahí estaba la felicidad de Sierra.
Alfred escuchaba en silencio.
Ese silencio le dio cierto alivio, y entonces Sierra comenzó a contar un pasado que nunca había contado a nadie.
—…En mi casa, todos vivíamos inmersos en la música cada día, y yo pensaba que eso era lo normal. Pero… mi madre era diferente.
La madre de Sierra era de origen noble de clase baja. Se había enamorado de su padre después de conocerse en un concierto.
Sin embargo, entre su madre, que solo disfrutaba la música como hobby, y su padre, que aspiraba a la cima como músico profesional, había una gran diferencia de peso en sus sentimientos.
—Mi hermana y yo… también estábamos tan absortas en la música… que no pudimos darnos cuenta de la soledad de nuestra madre.
A través de la música… el padre, la hermana y Sierra estaban conectados.
Pero solo la madre no pudo formar parte de ese círculo.
Aun así… su madre los amaba… aunque fueran una familia obsesionada con la música.
—Realmente… era una madre muy amable. Precisamente por eso… debió de haber sido muy doloroso para ella. Recuerdo haber visto… a mi madre abrazando felizmente… a otro hombre que no era mi padre…
Sucedió cuando Sierra tenía ocho años.
Normalmente, a esa hora estaría en la sala de prácticas, pero olvidó algo y regresó a casa.
Y, por casualidad, lo vio.
A su madre, abrazando con felicidad a un hombre desconocido.
—No podía creer lo que había visto… y me aferré a mi padre. Mi padre… ya sabía de la traición de mi madre. Lo sabía… y aun así… la amaba… y la dejaba hacer lo que quisiera.
Su padre decía que la culpa era suya… por haberse centrado solo en la música y no haberla amado como debía.
—Por haberme visto… mi madre se fue de casa con su amante. Llorando, le supliqué que no se fuera… y aun así, solo me dijo… «Lo siento»… y se fue. Quería ser amada… vi esa decisión en su rostro… y me dije que quizás estaba bien así… hasta que escuché que mi madre… había tenido un accidente.
Sierra siempre quiso mostrarse sonriente frente a Alfred, pero en ese momento, su rostro estaba tenso.
Incluso sin verlo… sabía que no era una cara bonita.
Recordando el último rostro de su madre… los ojos de Sierra comenzaron a llenarse de calor.
—…Cuando escuché que mi madre había muerto… aquella familia feliz que tanto amaba… se desmoronó con un sonido estrepitoso. Ojalá… no hubiera visto nada. Ojalá… hubiera muerto yo en lugar de ella…
Así… ni su padre ni su hermana habrían tenido que poner aquellas expresiones tan tristes.
Si Sierra no hubiera visto nada… quizás su madre habría seguido quedándose a su lado… aunque fuera con un secreto guardado.
Incluso si algún día se hubiera ido con su amante… al menos no habría muerto.
Todo se rompió… porque Sierra lo vio.
—¡Ya basta!
Justo cuando Sierra se ahogaba en sus recuerdos, Alfred la abrazó fuertemente con sus brazos firmes.
La calidez que le ofreció… hizo que las mejillas de Sierra se relajaran de forma natural.
—…Hace diez años… también así… Usted me salvó, Lord Alfred.
En los brazos de Alfred… Sierra recordó aquella primera vez que lo conoció.
Había llegado a odiarse tanto a sí misma… que, incapaz de perdonarse… entró en el «Bosque Maldito» buscando ser maldecida.
Allí… fue maldecida como deseaba… y perdió la vista.
Aun así… para una niña de ocho años… la oscuridad fue demasiado profunda… y Sierra lloró aterrada.
—En ese bosque… completamente oscuro… sin escuchar ni un solo sonido… Usted me encontró. Quizá… usted ya no lo recuerde…
No podía ver… y no escuchaba ningún sonido.
Cuán aterrador fue aquello…
La voz de Alfred… que repentinamente escuchó… se convirtió en una luz para Sierra.
Alfred la sacó del bosque… y la devolvió a su familia.
—…Así que… aquella niña eras tú…
—¿Lord Alfred… lo recuerda?
Ante la pregunta temblorosa de Sierra… Alfred asintió con un “Sí”.
Recordaba.
Eso… llenó el pecho de Sierra de calor… y sus lágrimas comenzaron a desbordarse.
—En aquel entonces… gracias de verdad. Porque usted estuvo allí… pude volver… con mi querida familia.
Siempre había querido agradecerle por lo de hace diez años.
Que su madre se hubiera ido… que tuviera aquel accidente… todo fue culpa de Sierra.
Por eso pensaba… que su padre y su hermana la culparían.
Pero ellos… la buscaron desesperadamente cuando desapareció.
Y entonces… Sierra recordó que de verdad… la amaban.
—Lord Alfred… yo también soy… una persona maldita, igual que usted. Aun así… si parezco feliz… es todo gracias a usted. Por eso… yo también… quiero hacerlo feliz.
Diciendo eso… los brazos de Alfred, que la envolvían… finalmente se soltaron.
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